La atención es el proceso a través del cual podemos dirigir nuestros recursos mentales sobre algunos aspectos del medio, los más relevantes, o bien sobre la ejecución de determinadas acciones que consideramos más adecuadas de entre las posibles. Hace referencia al estado de observación y de alerta que nos permite tomar conciencia de lo que ocurre en nuestro entorno. Igualmente podríamos decir que la atención es la capacidad de generar, seleccionar, dirigir y mantener un nivel de activación adecuado para procesar la información relevante, o sea, la atención es un proceso que tiene lugar a nivel cognitivo y que permite orientarnos hacia aquellos estímulos que son relevantes, ignorando los que no lo son para actuar en consecuencia.
Pero igualmente podríamos definir la atención como en el concepto más recurrente que solemos dar: es la acción y el resultado de atender. Puede equivaler a términos como: cortesía, educación, civismo, amabilidad y muestra de respeto. Por ejemplo: "tuvo mucha atención conmigo". Pero volviendo nuevamente al aspecto psicológico, decimos que la atención es una cualidad perceptiva que funciona como filtro de los estímulos sensoriales. La atención permite evaluarlos y priorizar aquellos estímulos que consideren más importantes.
CARACTERÍSTICAS DE LA ATENCIÓN.
Existen algunas características que se encuentran implícitas en su definición, y que son importantes conocer para entender la importancia de esta función cognitiva.
• Amplitud: se refiere a la cantidad de información que podemos atender al mismo tiempo y cantidad de tareas que podemos realizar de forma simultánea. Hay que tener en cuenta que la atención es un recurso limitado y aunque se pueda atender a más de una cosa a la vez llegará un punto en el que no sea posible.
• Intensidad: también llamada tono atencional y es entendida como la cantidad de recursos atencionales que se prestan a un estímulo dado. Es decir, pueden darse fluctuaciones en el nivel de recursos que dirigimos a un estímulo determinado, pudiendo realizar tareas prácticamente sin prestar atención (tareas automáticas) y otras que exigen altos recursos atencionales (tareas controladas).
• Oscilamiento o desplazamiento de la atención: la atención alternada es la capacidad de poder cambiar el foco atencional de un evento a otro (atención alternada). Es decir, la atención alternada se produce cuando realizamos más de una actividad al mismo tiempo y ambas actividades demandan los mismos tipos recursos cognitivos, por lo que debemos cambiar el foco de una a otra, ya que atender a las dos al mismo tiempo no es posible.
• Control: la atención puede ser voluntaria o involuntaria. En la atención voluntaria o activa la persona debe realizar un esfuerzo mental para movilizarla, procesar la información entrante y mantenerla el tiempo necesario para posteriormente dar la respuesta más adecuada. Es decir, el individuo controla y regula los procesos cognitivos destinados a realizar una tarea mental. Por el contrario, existen estímulos que, por sí solos, son capaces de atraer nuestros recursos atencionales sin requerir ningún esfuerzo por nuestra parte, hablamos de atención involuntaria o pasiva.
Es entonces que la atención actúa entonces como un proceso cognitivo que permite en la vida cotidiana dirigir los recursos, actuando como un filtro o cuello de botella selectivo que nos permite enfocarnos en la parte relevante de la información.
¿QUÉ TIPOS DE ATENCIÓN HAY?, ¿Y CUÁLES SON SUS MODELOS?
La atención es un concepto general, pero existen variantes en su denominación que hacen referencia a aspectos más concretos y detallados de la misma, se podrían entender como diferentes tipos de atención.
Atención interna: capacidad para prestar atención a los propios procesos mentales u otros aspectos interoceptivos.
Atención externa: atención captada por los estímulos externos y procedentes del entorno.
Atención abierta: se acompaña de respuestas motoras que apoyan y facilitan el acto de atender, por ejemplo orientar la cabeza hacia el estímulo que queremos atender.
Atención encubierta: permite atender a los estímulos sin la apariencia de que se esté llevando a cabo el acto.
Atención selectiva o atención focalizada: capacidad para seleccionar y centrar la atención en un solo estímulo descartando otros irrelevantes que pueden interferir en el proceso.
Atención dividida: capacidad de focalizar la atención en dos o más tareas al mismo tiempo. Por ejemplo, conducir y escuchar música al mismo tiempo.
Atención sostenida: capacidad para mantener en el tiempo la atención y responder adecuadamente.
Atención visual: capacidad de atender a los estímulos que se presentan en nuestro campo de visión. Se encuentra relacionada con aspectos espaciales.
Atención auditiva: capacidad de atender a los estímulos percibidos a través del oído. Se relaciona con parámetros temporales.
NATURALEZA DE LA ATENCIÓN.
El ser humano es un ser con consciencia, que tiene la capacidad de desplazar la atención hacia los objetos que desee, puede ser levantar la mirada para ver un avión o simplemente escoger entre qué camino tomar hacia el trabajo. Sin embargo, esta consciencia tiene dos vertientes, una física o corporal y otra mental o psíquica.
En términos generales nuestra consciencia dirige la atención hacia el plano mental, donde pasa relativamente todo el tiempo. Para que exista una consciencia corporal es porque se está manifestando algún dolor, se acaba de golpear o magullar con algo o necesita asistir a sus necesidades fisiológicas, por ejemplo como comer o dormir. Los sentidos propios del cuerpo están dormidos, comemos o tomamos algo sin saborear, ni si quiera sabemos cómo nos quedan la ropa pues estamos acostumbrados a esa sensación que ya ni la internalizamos, vemos nuestra casa sin detallar nada de lo que en ella hay, y así sucesivamente.
Para conectar con nuestro cuerpo necesitamos desplazar la consciencia de la mente hacia el plano corporal, realizar ésta práctica frecuentemente permite que amplifiquemos nuestros sentidos y tengamos una percepción mucho más holística de la realidad. De esta manera podemos cultivar la atención del cuerpo y a su vez de los contenidos mentales.
MODELOS TEÓRICOS Y EXPERIMENTOS.
Dentro de este apartado se presentarán algunas teorías sobre la atención, además de ciertos experimentos que han ayudado ante la mayor comprensión de éste.
Los modelos estructurales y la ubicación del filtro atencional.
La mayoría de las primeras experimentaciones atencionales que se realizaron en el marco de la psicología cognitiva tenían un objetivo claro, determinar cuáles son las limitaciones del sistema de procesamiento en aquellos casos en los que se recibe información múltiple y variada, y cómo el sistema se sobrepone a esta situación de sobrecarga. El incentivo de estas investigaciones fue de carácter práctico.
Una de las primeras tareas experimentales se le debe a Cherry, en el año de 1953. Esta tarea consiste en presentar a los sujetos dos mensajes verbales diferentes de forma dicótica (uno en cada oído simultáneamente) instruyéndoles para que repitan en voz alta uno de ellos palabra por palabra a medida que lo oyen, mientras que intentan ignorar el mensaje presentado en el oído no atendido. Los resultados mostraron que los sujetos extraían muy poca información del mensaje presentado en el oído no atendido; los resultados de Cherry apoyaban la idea de que el sistema de procesamiento tiene limitaciones de capacidad en un nivel central.
El modelo de filtro atencional rígido: selección temprana.
Uno de los primeros modelos (sino es que el primero) de filtro atencional es el Modelo de Broadbent. El modelo postula que toda la estimulación que se presenta en una escena se analiza en paralelo en función de sus características físicas y se almacena durante un periodo de tiempo corto en un almacén sensorial (almacén a corto plazo). Después a ello, y debido a las limitaciones de capacidad del procesador central, la información se filtra para evitar la sobrecarga de dicho sistema. Una vez esto sucede, la información seleccionada pasa al sistema perceptivo, en donde pueden ocurrir dos cosas: que dicha información pase a la memoria a largo plazo, o bien, en el caso de que se requiera una respuesta ante ella, iría al sistema de regulación de respuesta y de ahí a los sistemas encargados de permitir la ejecución de la misma. Lo más característico y relevante de este modelo es la forma y el lugar de actuación del filtro atencional.
Modelos de selección atenuada.
El modelo de Broadbent tuvo una influencia decisiva tanto en el desarrollo de la psicología cognitiva en general como en la investigación en torno a la atención. Ante esto, surgieron varios estudios que tenían el fin de cuestionar dicho modelo.
La primera de ellos, e importante, hacía referencia a la forma de acentuación del filtro atencional propuesta por el autor. Por ejemplo, Moray observó que cuando el nombre propio del sujeto experimental aparecía en el mensaje ignorado, éste era capaz de percibirlo de manera espontánea. Posteriormente, Treisman encontró que la facilidad de seleccionar el mensaje relevante dependía de su similitud semántica con el mensaje ignorado. Llegaron a la conclusión de que, a mayor similitud entre el contenido de ambos mensajes, peor era el rendimiento en la tarea de seguimiento que ejecutaban los sujetos.
Entonces bien, ante todo esto llegó un nuevo modelo, el Modelo de Treisman, en el que la información irrelevante pasaría a través del filtro al canal de capacidad limitada, pero con menor intensidad que la información relevante (atendida) con el fin de evitar una sobrecarga en el mecanismo central de procesamiento. Los factores que determinan la flexibilidad del filtro serían dos: por una parte, la relación de significado entre la información atendida e ignorada.
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Modelos de selección tardía.
Dentro del modelo de Broadbent había un problema, y tenía que ver con la localización precategorial del filtro atencional. Muchos de los modelos posteriores al de Broadbent surgieron como reacción a esta localización temprana del filtro. La dicotomía de carácter excluyente entre los modelos estructuralistas de selección temprana y tardía en cuanto a la ubicación del filtro llevó a algunos autores a defender una postura teórica de síntesis (lo que se conoce con el nombre de teorías de selección múltiple).
Una de las primeras teorías de selección tardía fue la de Deutsch y Deutsch. En esta teoría establecieron un filtro de localización relativamente «tardía»: una vez que todos los estímulos son procesados en paralelo hasta los niveles superiores (semántico), el filtro atencional pasaría a evaluar dichas características y seleccionaría aquel estímulo que poseyera mayor relevancia para el individuo. La información así seleccionada pasaba entonces a la «memoria activa». Por tanto, la información ignorada sería procesada semánticamente, independientemente de la actuación de la atención selectiva.
Algunos modelos se consideraron como un intento teórico tardío de resolver la polémica acerca de la naturaleza «pre o post-categorial» del filtro atencional. No obstante, la importancia de este tipo de aproximación a la cuestión de la selección atencional puede radicar en el hecho de que se empieza a tener conciencia de la necesidad de postular un sistema de control. Si la actuación del filtro atencional no es rígida sino de naturaleza flexible, esto significa que existirán unos criterios que determinarán dicha flexibilidad y por tanto debe existir un sistema de control para la puesta en marcha y funcionamiento de los mismos con el objetivo de conseguir una selección eficaz. Esta idea de control sería clave en el desarrollo de modelos atencionales posteriores: los modelos de control atencional.
Los modelos de recursos limitados.
Los modelos de recursos limitados no niegan la existencia de limitaciones en la ejecución debidas a estructuras localizadas en las diferentes etapas del procesamiento, aunque abogan por concepciones «energéticas» de la atención en las que ésta no se asocia a algún mecanismo o estructura cognitiva específica, sino que se define en términos de un conjunto de recursos de procesamiento.
A la hora de especificar en qué consistía este suministro existió una de las teorías más conocidas, y la que más influencia posterior tuvo en la investigación atencional: fue la teoría de Daniel Kahneman.
Para Kahneman, el atender a una o varias tareas (o a uno o varios eventos) implica invertir un esfuerzo mental. La cantidad de «energía» que está disponible en un momento dado es limitada y por tanto se limita así el funcionamiento de los procesos que elaboran la información.
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De acuerdo con este modelo, se asume que para realizar una actividad y suministrarle cierta cantidad de recursos se requiere la selección de la misma. Los criterios de selección vendrían determinados por las disposiciones duraderas y las intenciones momentáneas. Una vez que se ha seleccionado la actividad, el sistema de evaluación de demandas se encargará de determinar qué cantidad de recursos requiere la actividad. La asignación de recursos atencionales a una o varias actividades depende de dos factores, por un lado del nivel de activación del organismo y por otro, de la dificultad de la tarea. Una vez que se ha llevado a cabo la evaluación de las demandas de la tarea o tareas, el sistema responde suministrando la cantidad suficiente de energía. Este modelo opuso un cambio significativo en la forma posterior en la que se desarrollaron las teorías y la experimentación en psicología.
Las teorías duales de la atención.
Según las teorías duales existen dos formas cualitativamente distintas de funcionamiento de un proceso o dos tipos de procesos: el automático y el que se encuentra bajo control atencional. Una de las teorías más influyentes fue la formulada por Posner y Snyder. Para estos autores, un proceso mental funcionará de manera automática si en un momento dado se lleva a cabo sin intencionalidad, sin conciencia y sin interferir con otros procesos mentales concurrentes. Por el contrario, los procesos bajo control atencional se ejecutarían conscientemente, de forma intencional por parte del sujeto y su realización provocaría interferencias con la ejecución de otras operaciones o tareas cognitivas.
Schneider y Shiffrin por su parte, propusieron una serie de criterios diferenciadores entre ambos tipos de procesos: utilizando un paradigma de búsqueda visual encontraron que cuando los estímulos mantenían su papel como objetivos o distractores en toda la serie de ensayos (práctica consistente), el tiempo de reacción (TR) era independiente del número de distractores presentes. Este resultado ha sido interpretado como una prueba de procesamiento en paralelo (y en consecuencia sin atención) de toda la información presente en la escena visual.
Por consecuencia de estas dos teorías, muchas de las investigaciones realizadas en torno a este tema tuvieron como objetivo el establecimiento de unos criterios válidos para definir un proceso como automático o como controlado. Los intentos empíricos resultaron infructuosos. Desde un primer momento se observó que era prácticamente imposible tener en cuenta a un mismo tiempo todos los criterios descritos por las distintas teorías para definir una tarea como automática o controlada.
Dentro de otro punto, con respecto al criterio de capacidad, se demostró que una tarea por el hecho de ser automática no implica que no exija alguna capacidad de procesamiento. Distintos resultados experimentales llevaron a pensar que los procesos que tienen lugar en determinadas tareas pueden ser o bien automáticos o bien controlados, pero las tareas consideradas en su conjunto constituyen una amalgama compleja de procesos automáticos y atencionales operando conjuntamente.
El criterio de control, según el cual los procesos automáticos están bajo un control estimular más que bajo un control intencional, al contrario que ocurre con los procesos controlados, tampoco superó el criterio de universalidad.
La atención como un sistema de control.
En la década de los años ochenta comienza a gestarse la idea de que la atención es un mecanismo que es capaz de controlar la ejecución de los procesos mentales y se intenta delimitar como la atención lleva a cabo esa función.
Es importante distinguir entre problemática atencional y teoría de la atención en sentido estricto. Según Tudela, la problemática atencional se puede definir como «el conjunto de problemas que en relación con el estudio y explicación del comportamiento, la experiencia subjetiva o el funcionamiento cerebral se han estudiado en torno al concepto de atención». Desde esta concepción explicativa el mecanismo atencional en sí debería dar cuenta de al menos parte de la problemática atencional. Dicha problemática, el conjunto de efectos atencionales, sería la consecuencia de la actuación del mecanismo atencional.
Actualmente muchos autores defienden que la atención funciona como "un mecanismo central de capacidad limitada cuya función primordial es controlar y orientar la actividad consciente del organismo de acuerdo con un objetivo determinado".
Cuando decimos que la atención tiene una función de control, queremos decir que es un mecanismo «vertical» que activaría o inhibiría los procesos propiamente dichos, orientados «horizontalmente». Su influencia puede producirse en la actividad de los sistemas mediante los que obtenemos información del mundo exterior (sistemas sensoriales) sobre los sistemas que realizan las operaciones sobre la información procedente del exterior o de la memoria (sistemas cognitivos) y sobre los sistemas mediante los que ejecutamos conductas (sistemas motores). Todo este control tiene como objetivo la organización de la actividad consciente.
Los datos que apoyan la idea de un sistema atencional de naturaleza modular pero coordinada provienen de la neurociencia cognitiva. Las investigaciones en este campo han revelado la existencia de un complejo sistema neural cuya actividad se manifiesta fundamentalmente cuando la tarea que realiza el individuo requiere de alguna manera su atención, el cual parece estar integrado por varias redes de áreas cerebrales interconectadas.
FUNCIONES DE LA ATENCIÓN.
La orientación atencional.
Una de las funciones de la atención consiste en facilitar la selección de la información que tenemos que procesar o a la que hay que dar respuesta. A través de su orientación a aquel lugar del espacio extrasensorial donde es más probable que aparezca la información relevante es la manera en cómo se puede obtener este objetivo en la atención. Los datos experimentales, neuropsicológicos y neuroanatómicos que presentaremos en este apartado demuestran que la atención se puede orientar teniendo en cuenta este marco de referencia de representación del objeto.
Una teoría de Treisman dice que la atención cumpliría la función de integrar las distintas propiedades perceptivas de las que se compone un objeto que son analizadas de manera independiente por distintas estructuras neuronales. Una vez que la atención se centra en un objeto, utilizando coordenadas espaciales, todas las características del mismo se anexarán consiguiéndose así su representación mental completa y coherente.
Se han realizado muchas las investigaciones con el objetivo de contestar a numerosas preguntas acerca de la naturaleza, características y funcionamiento de esta función de la atención.
En este paradigma se presenta una señal que orienta la atención hacia un lugar determinado del espacio visual y se mide la respuesta de detección a un estímulo que puede aparecer en el mismo lugar hacia donde se orientó la atención o en el lado contrario. Durante la tarea, los participantes tienen que mantener fija su mirada en un punto que se presenta en el centro de la pantalla del ordenador. Una vez que aparece la señal, el tiempo transcurrido hasta la aparición del estímulo objetivo no debe superar los 250 milisegundos. De esta forma, nos aseguramos de que los efectos atencionales en la ejecución de la tarea se deban a los propios cambios atencionales (atención encubierta) y no a la orientación y ubicación de los receptores en la localización relevante (atención abierta).
La red ejecutiva.
Si todas nuestras conductas estuvieran determinadas exclusivamente por asociaciones «estímulo-respuesta», no tendríamos la capacidad de escoger qué acción queremos llevar a cabo ante una situación determinada. Sería siempre la asociación estímulo-respuesta con mayor fuerza asociativa la que capturaría el control de la conducta.
Aunque en las funciones ejecutivas está implicado un circuito neuronal formado por distintas áreas cerebrales interconectadas entre sí, numerosos estudios han demostrado que el lóbulo frontal es una de las áreas con mayor contribución en la función ejecutiva. El apoyo experimental que relaciona el sistema ejecutivo con los lóbulos frontales se ha encontrado tanto en estados normales como en patológicos. Pacientes con lesiones en distintas partes el lóbulo frontal son capaces de realizar multitud de tareas, pero suelen fracasar en aquellas que implican planificación y coordinación de tales habilidades. También los pacientes que sufren desórdenes mentales como demencias, esquizofrenia y desórdenes atencionales suelen mostrar deterioros en su control voluntario sobre el comportamiento.
Este deterioro en el sistema ejecutivo suele traducirse en trastornos de perseverancia, es decir, repeticiones de una respuesta incluso en ausencia del estímulo apropiado y en alta probabilidad de distracción debido a que la ausencia de control endógeno permite la activación de esquemas por parte de estimulación irrelevante.
Detección y corrección de errores.
La detección de errores cuando estamos ejecutando una tarea es algo muy común. La detección de un error nos da información tanto de la calidad de nuestras habilidades cognitivas como de la dificultad de la tarea, contribuyendo de esta forma a la actualización de nuestro conocimiento metacognivo. Los estudios de imágenes cerebrales han acumulado información acorde con la existencia de un sistema de regulación del error localizado en el lóbulo frontal medial. Por ejemplo, estudios que han utilizado la técnica fMRI3 han encontrado un incremento en la activación en el córtex cingular anterior en condiciones experimentales que conducen a errores.
Control emocional.
En muchas situaciones la detección de un error no sólo nos proporciona información acerca de la adecuación de nuestras operaciones cognitivas para conseguir resolver con éxito una tarea, sino que también implica una reacción emocional. Existen datos experimentales que demuestran que el valor emocional que le damos a una retroalimentación conduce a un cambio automático en el criterio de respuesta incluso en ausencia de información cognitiva.
Por ejemplo, una señal con valor emocional (una cara triste) durante la ejecución de una tarea continua puede retrasar las respuestas del sujeto incluso cuando éste conoce que la señal no proporciona información acerca de su ejecución. El cíngulo anterior forma parte del sistema límbico y como tal participa en los procesos emocionales y en el control de éstos. La activación del cíngulo anterior correlaciona con la experiencia subjetiva de dolor.
En relación con esta idea, en estudios de neuroimagen se ha encontrado que el córtex cingular anterior se activa en respuesta a estímulos térmicos que generan dolor, mientras que esto no ocurre cuando dichos estímulos sólo generan calor. También se ha encontrado que su activación no depende de la intensidad del estímulo sensorial, sino que está relacionada con la aflicción que causa el dolor. Cuando se controla dicha aflicción por sugestión hipnótica, el grado de activación del cíngulo anterior refleja la sensación de aflicción, mientras que otras áreas cerebrales, como el córtex somatosensorial, reflejan la intensidad estimular.
Muy bueno!!
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